Es en la localidad de Villalmanzo, en la provincia de Burgos, donde Bodegas Copaboca Arlanza, en el año 2001, inició su recorrido por el camino del mundo del vino.
La historia comienza cuando un grupo de viticultores procedió a su creación con el objetivo de recuperar los viñedos que tradicionalmente han existido en toda la zona desde la edad media.
Viñedos que se asientan sobre terrenos saneados, situados en laderas y cerros, evitando así el exceso de humedad; los cuales favorecen las parcelas, aumentando la calidad de la uva obtenida a partir de cepas con una antigüedad de más de 100 años.
A esto se suma, el clima propio de la región que ofrece las condiciones aptas para la maduración de la uva; caracterizado por inviernos muy fríos y veranos calurosos con un gran contraste térmico entre el día y la noche.
De esta manera, el suelo de los viñedos, el clima y la altitud, constituyen los elementos que hacen que la D.O. Arlanza sea única y de una calidad excelente.
La tradición vitivinícola en la comarca del Arlanza se remonta al siglo X, del que se conservan reseñas históricas de la existencia de viñedos en manos de los monasterios.
Posteriormente, en el siglo XII, el monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros adquirió viñedos en la Ribera del Arlanza y del Duero para su abastecimiento, completándolos con viñedos en Quintanilla del Agua.
A mediados del siglo XX, los viñedos alcanzan tal importancia que pasan a ser parte transcendental de todas las explotaciones existentes en la comarca; que se vieron obligadas a adaptarse a nuevas situaciones a partir de los años 50, cuando se produjo un fuerte éxodo rural en la Comarca del Arlanza.
Esta migración provocó falta de mano de obra, que unido a la dificultad para usar maquinaria en los viñedos por el pequeño tamaño de las parcelas, obligó al abandono paulatino de los mismos de manera temporal; pues en 1995 un grupo de entusiastas del vino decidieron recuperar la tradición vitivinícola del Arlanza.
Para ello se controlan las producciones y elaboraciones a la vez que se dan a conocer los productos elaborados bajo el sello de protección. Fruto del trabajo bien hecho y de un reconocimiento creciente por parte del consumidor.
Una tradición hecha vino, que pasa de generación en generación. Donde cada familia se reúne para hacer la vendimia a mano y escoger con mimo cada racimo de uvas que darán paso a un vino exclusivo y de una calidad excepcional; con un sabor, un aroma y un color irrepetibles.
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