En Chantada, Lugo se encuentra ubicada Adegas e Viñedos Lareu, una bodega destinada a elaborar vinos con personalidad.
La misma fue instalada sobre una antigua “bodega de guarda” perteneciente a la familia desde el siglo XVIII, conjugando lo antiguo y lo contemporáneo; tal que el entorno de castaños y la localización semienterrada proporcionan las condiciones aptas de temperatura que contribuyen a resaltar las características más específicas de estos vinos.
Además, se dispone de viñedos distribuidos en tres fincas en la margen derecha del Miño, localizados a media ladera, con orientación hacia el mediodía y con suelos pedregales que ofrecen zonas de cultivo excepcionales, en las cuales se sitúan viñas viejas de más de 50 años y modernas plantaciones con variedades como la Mencía, que aportan una mayor calidad a la uva.
Los orígenes de Adegas e Viñedos Lareu se remontan a la época de los romanos quienes introdujeron la cultura del vino unido a la nueva civilización y, probablemente entre ellos, incluyeron aquel Sabbatus que dio nombre a la parroquia.
De allí que esta época fue de expansión de los viñedos en este meandro del río en el siglo XIII, siguiendo una forma de explotación de la tierra que se mantiene hasta estos días; con una meticulosa intervención del hombre que dio lugar a terrazas escalonadas o muros e hizo posible la viticultura en medio de un paisaje peculiar.
Una historia y una tradición en el cultivo de la vid que se ha desarrollado a través de cada cultura desde los romanos impulsores de la vid en Europa hasta la actualidad; tradición que ha sido conmemorada por Primitivo Lareu con el Sabatelius de autor.
Un vino que presenta una capa de color cereza con destellos violáceos apreciables a través de su claridad. De nariz profunda y familiar, con matices propios de la variedad, regaliz y recuerdos minerales. Su paso por boca está perfectamente estructurado, muy delicado, manteniéndose vivo y equilibrado, dejando una cálida permanencia.
Todo eso gracias a una cuidadosa y controlada selección de la uva en las bodegas de Lareu, antes de iniciar la fermentación con control de temperatura. Un proceso completado con un «batonage» y con la fermentación maloláctica, para después autoclarificarse y estabilizarse de forma natural gracias a las condiciones ideales de la bodega de guarda donde reposa hasta el descorche.
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