En el año 2005 fue fundada Bodegas Menade en Rueda, Valladolid, una empresa familiar verde y natural que se ha dedicado a lo largo de varias generaciones a elaborar grandes vinos.
Una historia vinícola que inició en 1820, cuando los antepasados cultivaban la viña en distintos lugares hoy adscritos a la D.O. Rueda para crear sus vinos en lo que hoy se conoce como “Menade by Secala”, una bodega subterránea excavada en la roca a principios del Siglo XIX que aún conserva la arquitectura original, aunque con mejoras posteriores que ayudan a que las barricas, tinas y botellas históricas reposen en condiciones idóneas de temperatura y humedad.
Cada generación de la familia comenzó a elaborar sus vinos en este histórico lagar y cada una tuvo una visión pionera para hacer vinos de calidad. Así, a principios del 2000 los hermanos Sanz decidieron empezar su propio proyecto basado en el respeto por la naturaleza y en la vuelta a la tradición.
En este, se busca fusionar tradición y tecnología para mimar las cepas, aprovechando los recursos del entorno de manera cuidadosa y respetuosa mediante prácticas culturales tradicionales; sustituyendo los tratamientos químicos por técnicas naturales como el uso de insectos para la prevención de plagas.
Asimismo, el ecosistema de las fincas se completa con una serie de arbustos y árboles móviles, mejorando la biodiversidad que puebla el viñedo. Aspectos que contribuyen positivamente en el resultado final de los vinos.
Con el propósito de disfrutar sus vinos Menade Verdejo, Nosso, La Misión, Menade Sauvignon, Dulce Menade, Adorado, Sobrenatural y Nossa, Bodegas Menade ofrece a sus visitantes un conjunto de actividades que permitirán conocer un mundo en el que se ha rescatado la viticultura ancestral para, junto a la tecnología, elaborar vinos ecológicos y recuperar la esencia de las primeras generaciones, abriendo una estela a las generaciones futuras:
Además, se puede conocer la “Granja Menade”, lugar en el que insectos, reptiles, gallinas, ocas y burros conviven en armonía y ayudan a enriquecer el ecosistema. Y, el Hotel de Insectos, un gran jardín poliespecífico endémico de Castilla y León que está vivo todo el año e incluye especies perennes y caudas. Un jardín de polinización que también cumple una función didáctica para los niños que vienen a visitarnos.
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