Bodega Avelina

Bodega Avelina en D.O. Valdeorras

Bodega Avelina fue fundada en 1998 en Córgomo, en el municipio de Vilamartín de Valdeorras, como resultado de la vinculación de esta familia con el mundo del vino desde principios del siglo XX.

La misma está situada en una ladera soleada rodeada de viñedos y se distingue por la forma en cómo combina en sus instalaciones tradición y modernidad y por conservar en sus proximidades la vieja bodega familiar creada alrededor de 1920 y convertida en un restaurante que mantiene su estética tradicional y materiales nobles, como piedra y madera.

Sus inicios datan de la época en la que la plaga de filoxera devastó los viñedos en Galicia, que condujeron a dar los primeros pasos en la replantación de vides en varias zonas, incluyendo Córgomo, donde Avelina, nacida en 1909 despertó el interés de la familia por la viticultura.

Su labor destaca por el desarrollo de amplios conocimientos en la replantación de vides, lo que le ayudó a crear una trayectoria de reputación en la elaboración de injertos con raíz americana, resistente a la filoxera. De allí el nombre de la bodega, en reconocimiento a la figura sobre la que se creó este proyecto y para destacar el papel de las madres como núcleo del universo social, como vínculo que hace que pasado, presente y futuro caminen unidos.

Vinos que son el mejor exponente de una trayectoria familiar

En 1910 Bodega Avelina realiza la plantación de los primeros viñedos familiares, un paso importante para en 1920 construir la bodega familiar sobre una cueva tradicional y en 1962 adquirir nuevos viñedos y mejorar las instalaciones.

Posteriormente, en el año 1998 tras su creación se adhiere al consejo regulador de la Denominación de Origen de Valdeorras, obteniendo en 1999 la primera cosecha de Casal de Furcos Godello y Mencía; lo que la impulsa a crecer, trasladándose en el 2003 a unas instalaciones más modernas para dar continuidad a la labor.

Además, Avelina cuenta con hectáreas de viñedo propio, algunos de más de setenta años, en las que siguiendo la filosofía de combinar herencia y modernidad, las nuevas generaciones han ido innovando en las plantaciones manteniendo el equilibrio entre lo nuevo y lo viejo; logrando crear vinos monovarietales de Godello y Mencía con gran personalidad:

• Casal de Furcos Rocío Godello: vino de gran intensidad, de color amarillo pajizo con tonalidades verdosas y aroma afrutado con tendencias cítricas y tropicales y matices herbáceos. En boca es ligero pero persistente, con un componente ácido muy preciso.
• Casal de Furcos Rocío Mencía: vino de colores violáceos y aromas como canela y frambuesa. La primera impresión en boca es suave, aterciopelada, coherente con su carácter sencillo y vivo.
• Pradolongo Godello: vino de gran intensidad, color amarillo pajizo con tonalidades verdosas y aroma afrutado con tendencias cítricas y fruta de hueso y notas de plantas aromáticas como el anís. En boca bien estructurado, graso y persistente, con gran complejidad y armonía.
• Pradolongo Mencía: un vino de color rojo violáceo y aromas como canela y frambuesa, junto con notas minerales de especias y ahumados. La primera impresión en boca es frescura, terciopelo, complejidad, con un aporte de sedosidad por la crianza sobre sus lías.