En el año 1979 fue fundada en Algaida, pueblo con unas profundas raíces viticultoras y de una cultura ancestral labradora, la pequeña bodega familiar Can Majoral con el objetivo de cultivar, elaborar y comercializar vinos singulares y de calidad.
Una idea que nació del deseo y la creencia de que en Mallorca, específicamente en Algaida, se podían hacer vinos de calidad. Fue así como se dio inicio a este proyecto, el cual ha ido creciendo en todos los aspectos sin perder su finalidad principal.
Para ello, se comenzó a plantar poco a poco y a construir la bodega con el tiempo y el esfuerzo de toda la familia, hasta lograr el edificio que se distingue por tener un gran espacio abierto con los almacenes, la bodega y el huerto alrededor y la cava donde se hace la crianza y se dan las condiciones óptimas para el envejecimiento y la conservación de los vinos.
A esto se suma la manera en cómo se lleva a cabo el proceso de elaboración, en el que se realizan controles exhaustivos para conseguir un fruto en las condiciones y el grado de maduración más óptimos. Así, durante todo el proceso se controla la temperatura, la vendimia se hace a mano y la vinificación para cada variedad dispone de la tecnología adecuada.
Asimismo, se cuenta con dos salas de fermentación y una bodega bajo tierra donde los vinos blancos y los negros de larga crianza y los negros de crianza corta descansan el tiempo requerido dentro de barricas de roble francés.
Can Majoral emplea para sus vinos uvas de gran calidad, sin residuos y en un óptimo estado sanitario; cultivadas en viñas situadas en dos lugares del término municipal de Algaida.
Por una parte, se tienen las viñas de Son Reus, en el camino que va al pueblo desde Pina; con tierra arcillosa con abundante porcentaje de óxido de hierro, que le confiere la coloración cobriza «call vermell».
Y, por la otra, las de Son Roig, en la pequeña posesión del mismo nombre, ubicada en un paisaje sublime, con tierras calcárea y arcillosa y con ligeras ondulaciones, rodeadas de almendros, algarrobos e higueras.
Se trata de viñas con cultivos ecológicos, en los que se respetan los ciclos agrícolas, no se utilizan adobos ni productos químicos de síntesis y se usan levaduras autóctonas para la fermentación y dosis bajas de sulfuroso.
De esta manera se promueve un cultivo en el que las técnicas son básicamente de prevención para evitar alterar el equilibrio de microorganismos, insectos y animales que hay en la naturaleza y se consideran las interrelaciones entre el suelo, el entorno, los seres vivos y la viña; factores que se expresan en cada vino:
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