En Gandesa, Tarragona se encuentra ubicada Celler Bàrbara Forès, una bodega creada por el matrimonio Carmen Ferrer y Manuel Sanmartín en homenaje a la tatarabuela Bàrbara Forés nacida en Gandesa en 1828; una mujer que es ejemplo de respeto y tradición en la elaboración de vinos, transmitidos de generación en generación durante más de cien años.
Se trata de una tradición que nace con Bàrbara quien era hija de Rafael Forés un comerciante de vinos y María Figueras una propietaria agraria de gran carácter que influyó de forma decisiva en su hijo Rafael Ferrer Forés quien hizo construir la bodega de la casa solariega donde a finales del siglo XIX comenzó a embotellar vino.
Posteriormente, en los años 90 Carmen y Manolo toman las riendas de la bodega y se arriesgan por un cambio de paradigma, convirtiéndose en pioneros en la elaboración de vinos en la Terra Alta a partir de la variedad Garnacha Blanca, comenzando un cambio en la forma de entender el vino en la zona.
Años más tarde, en 2014 se incorpora a la bodega familiar Pili Sanmartín Ferrer, sexta generación desde Bàrbara Forés; una nueva mirada que establece diálogos entre el vino, la cultura, las artes, el paisaje y todo lo relacionado con la cotidianidad.
Generaciones que han aportado en su momento bases para lo que es la bodega hoy día, valorando las potencialidades del territorio, la dignidad del trabajo en el campo y la importancia del paisaje en el quehacer diario.
Para la creación de sus vinos Celler Bàrbara Forès utiliza variedades procedentes de hectáreas de viña repartidas por el término municipal de Gandesa; un mosaico típicamente mediterráneo que favorece la biodiversidad, esencial para la vida de los ecosistemas.
Viñedos con características que permiten establecer una agricultura que fomente la biodiversidad, aumente la fertilidad del suelo y valorice ciertas técnicas agrarias de manejo de los ecosistemas bajo la certificación del Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica (CCPAE).
A esto se suma, la certificación ecológica que, en el caso específico de estas fincas, valora la actividad realizada por la bodega centrada tanto en crear buenos vinos como en recuperar la fertilidad de la tierra, traspasando así el momento actual y proyectándose hacia el futuro.
De allí que los campos son fertilizados con abonos orgánicos de proximidad y de origen animal y vegetal, los tratamientos aplicados son a base de azufre y de cobre en menor medida y se sigue el calendario lunar en los trabajos agrícolas y de la bodega.
Además, se trabaja con capas vegetales espontáneas, en algunas fincas se siembra para hacer abono verde cuando es posible y se reducen las labores de labranza. De esta manera se protege el suelo de la erosión, se reduce la huella de carbono, se evita la compactación de la tierra, se aumenta la biodiversidad y se optimizan los recursos no renovables y valiosos como el agua y los combustibles.
Asimismo, la mayor parte de los trabajos del campo se hacen manualmente, en especial las podas de primavera y la vendimia. Y, con la incorporación de Pili Sanmartín a la bodega, madre e hija, mantienen la idea de la mínima intervención posible, combinando técnica e intuición; logrando elaborar vinos honestos, que expresan autenticidad y que manifiestan la tipicidad del territorio.
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