Prada a Tope

Prada a Tope en D.O. Bierzo

En Canedo León se encuentra Prada a Tope, una bodega cuyos inicios se remontan a la época en la que José Luis Prada Méndez decidió dedicar su vida a la defensa de la comarca del Bierzo, pues pensaba y demostró que en esta habían productos increíbles en los que valía la pena creer si se hacía desde la autenticidad y la honestidad.

Fue así como pasó de las conservas artesanales al vino del Bierzo a través del comercio familiar al que rápidamente fue dando su toque personal, haciendo de su tienda en Cacabelos un lugar de referencia en el Noroeste, que fue evolucionando y desarrollándose a lo largo del tiempo hasta que en los noventa pone su mirada en el Palacio de Canedo donde hoy reside la bodega.

Un lugar que es un monumento catalogado como Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León, el cual lleva al menos tres siglos dando vida a la tierra que lo rodea, especialmente viñedos. Razón por la cual los Señores de Canedo vivían del vino que elaboraban, criaban y almacenaban en la bodega que hoy se ha convertido en tienda.

Desde entonces han pasado varias generaciones de viticultores que han ido manteniendo vivas sus cepas y pasando el relevo de padres a hijos hasta llegar a la actualidad. Es así como en 1730 la familia Osorio y Pimentel levantaron este Palacio para transformarlo en el sitio donde el vino se mantiene como un tesoro y patrimonio.

Una agricultura ecológica, responsable, sostenible y respetuosa

Los vinos de Prada a Tope se distinguen porque proceden de un proceso de elaboración basado en una viticultura de calidad, adaptada a los tiempos, que no solo garantiza la obtención de vinos prodigiosos sino también el cuidado del medio ambiente y el mimo a las cepas.

Para lograrlo se han unido la sabiduría de los antepasados y las técnicas del siglo XXI a los métodos de fabricación, conservando un equilibrio natural con ese paisaje heredado que se caracteriza por la presencia de diferentes parcelas que aportan su particularidad por el suelo, el desnivel, la altitud y la orientación al sol para el crecimiento de las variedades tinta de Mencía y blanca de Godello:

Viña del Palacio, Viña San Martín y Viña Campelo, plantadas en 1988, a una altitud entre 600 y 650 m; con texturas franco-limosa, franco-arcillosa y franco-arenosa, ideales para el cultivo de Godello y Chardonnay, según la parcela.

Viña Regueiral y Viña Valetin, plantadas en 1990 a una altitud entre los 700 y 750 m, de textura franco-arenosa y franco-arcillosa, destinadas a la plantación de las variedades Godello y Mencía, respectivamente.

Viña San Martin, plantada con la variedad Mencía en 1997 y en 2011, sobre suelos de textura franco-arcillosa, ubicados a una altitud de 675 m.

Viña Eiro D’Avello, plantada en 2000 con uvas Mencía, a una altitud de 700 m y con una textura franco-arcillosa.

Viña El Picantal, con una textura franca y una altitud de 800 m que facilitó la plantación en 2008 y 2011 de la variedad Mencía.

Parcelas en las que la ecología y la tradición van unidas con el fin de respetar siempre la tierra, tal que se obtenga de esta abundancia y generosidad a través de las mejores uvas que se convierten en excelentes vinos con personalidad propia de esta tierra, su clima y variedades.

Para eso se efectúa un trabajo en el que se respeta el entorno natural y la singularidad de cada parcela empleando abonos naturales, realizando un laboreo tradicional, vendimiando las viñas manualmente en su momento óptimo para que lleguen en un estado sanitario perfecto.

Así cada cosecha es única, lo que se expresa en sus vinos blancos estupendos, frescos y muy aromáticos hechos con lo mejor de Godello; Picantal, un vino de pago especial que se hace exclusivamente con la variedad Mencía y Tintos jóvenes entre los que destaca el Tinto Maceración del Palacio de Canedo, un Mencía joven en todo su esplendor elaborado siguiendo el más viejo estilo rural de maceración carbónica.