Cerca de las aguas del Segre y rodeado por las montañas del Montsec, en el pueblo de Baldomar se encuentra Vall de Baldomar, un proyecto familiar emprendido en los años ochenta por Hermenegildo Porta Trepat con la colaboración de Joan Milà y con el objetivo de crear un producto innovador, diferente y de calidad.
Se trata de una bodega que es el resultado de una suma de experiencias, que comenzó como una aventura personal y poco a poco, con mucho trabajo y esfuerzo, se transformó en una empresa que es un homenaje a los orígenes y el fruto de un profundo amor por la tierra de los antepasados.
Asimismo, la bodega ha servido de impulso para que bajo la protección de la denominación Costers del Segre renazca la actividad vitícola de principios del siglo XX, comenzando con la plantación de la primera viña experimental en 1981 y luego la construcción de la bodega en el 83, para finalmente en el 89 constituir la empresa y sacar al mercado el primer vino con etiqueta, un rosado extraordinario y sorprendente.
Una historia que ha continuado a medida que la bodega avanza, aumentando el número de parcelas propias o de otros agricultores con los que se mantienen acuerdos de colaboración para poder responder a la demanda de los clientes y mejorando el proceso de elaboración de los vinos.
Vall de Baldomar se distingue por elaborar sus vinos a partir de uvas plantadas en viñas propias situadas en Baldomar, las cuales independientemente de la ubicación expresan un carácter único, suma de las condiciones concretas del lugar y de las variedades que acoge.
Un término caracterizado por estar flanqueado por colinas rocosas, maleza y cultivos y a su alrededor caminos que conectan campos y granjas, pajares y riberas. Tierras fértiles que garantizan la existencia de hileras de vides para crear vinos mediante una viticultura precisa, que permita el cuidado del cultivo con tratamientos mínimos, podas cortas y orientaciones adecuadas.
Viñas ideales para la producción de los seis vinos Baldomar, dos de ellos los tintos Petit Baldomà y Baldomà Selecció, integrados dentro de la línea Baldomà que es la expresión más jovial y afrutada de la viña de Baldomar, vinos que reflejan la alegría y luminosidad de este paisaje tan vivo, amable y cercano; inspirados por la energía de los suelos y por la nitidez que se respira en el valle, el fruto de una búsqueda de la autenticidad y el carácter de los campos.
Y, los otros cuatro los Cristiari Blanco, Rosado, d’Alòs y Crianza, vinos que representan los días de invierno en las fincas de Baldomar con la niebla húmeda que abraza las vides de variedades continentales; los atardeceres y la primera vez que se visita el valle de Baldomar; la expresión más genuina de una noble viña cerca del camino que bordea el Segre hacia el pueblo de Alòs de Balaguer y un vino que es un homenaje a una convicción universal: los grandes vinos son exponentes sublimes de la viña, la tierra y la viticultura.
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